Internitudini (Español)

Restablecido por un interminable viaje por el mundo, Guido Tasselli reabre su ojo eficaz y descarado. Investigador de la pureza humana, se confirma en sus interiores formas, con una respiración claramente introspectiva.
Sus obras son investigaciones volubles, que recorren hábilmente cuerpos inconscientes y predestinados.
Os captan oníricas sugestiones interferidas por la realidad y no viceversa, con una tenaz voluntad de revelar, y al mismo tiempo salvaguardar, la lúdica contradicción intrínseca, como indicio unívoco del análisis mismo, que se derrite, casi con contrariedad, en autonomía interpretativa.
Como siempre, sus obras no producen respuestas sino ulteriores preguntas, que florecen empáticas delante del atractivo de desnudez no sòlo exteriores, de sombras explicativas, de aberturas íntimas y desmedidas, por los que es posible intuir a través el inquieto universo encerrado.
La inmovilidad condescendida, minuciosamente fugitiva, evidencia y multiplica la intuición del movimiento, mientras que corre fluido bajo la superficie evidente.
Tímidamente la mirada se complace en el adivinar los secretos: luego los caprichosos orificios, producidos por la ausencia de imagen, obligan a ver dentro, manifestando la densidad subcutánea de un profundo recorrido individual, que va cumpliéndose en los intersticios del espíritu y que conduce invariablemente a la conciencia, por fin absuelta por los mismos pecados.
Inesperados rellenos de túrgidos frutos, hortalizas apenas cultas, vocablos repetidos o silenciosos paisajes, desvelan impúdicamente por las complacientes disecciones, turban el ánimo con su fresco desubicaciòn sin embargo, paralelamente, establecen un contacto absoluto con la tranquilizadora cotidianidad cromática de lugares ya imaginada y de alimentos básicos, que evocan el nutrimento primordial.
La exploración casi sintáctica de las perplejas arquitecturas emotivas, crea un lenguaje simplificado y accesible, que permite de también descifrar los velados reverberos, las luces inverosímiles y las austeras sombras, simbólicamente grandes y proveéis de una independencia imprevisible, maliciosamente metafórica.
No titubea, Guido Tasselli, ni se sustrae a la narración didascálica de la memoria, propia y colectiva, cabalgando y superando generaciones, ponderando encrucijadas a reacio y recorriendo pesadas calles corrotas por temores atávicos, para llegar por fin a la teórica plaza, representativa de un pensamiento limpio y desinfectado, depurado de las dudas y de las crueles sentencias gratuitas.
La intensa sensualidad, explícita o implícita, acumulada o desmembrada, recortada o zurcida, es utilizada como un inocente instrumento de trabajo que, exento de untuosas ambigüedades, parece tener el ùnico deber de vehicular la reflexión sobre un plan exquisitamente provocador.

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